La leyenda rosa del llamado Nacionalismo Católico argentino ha siempre sostenido la no pertenencia de José F. de San Martín a la Masonería. Para eso, suelen utilizar un pequeño conjunto de argumentos, algunos de ellos, contradictorios entre sí. Uno de los argumentos esgrimidos es que las grandes logias masónicas no reconocen a S. M. como uno de los suyos. Pues, hoy 17 de agosto de 2011, en que el laicismo conmemora el fallecimiento del "Libertador" (que Dios le haya perdonado su traición), reproducimos una investigación realizada por un masón y publicado por una logia masónica. Puede consultarse aquí el original.
San Martín y la Masonería
Síntesis del artículo de la R.’. L.’. General José de San Martín 384 del O.’. de Argentina. Compilado por el R.’. H.’. Alberto Levy.
La masonería rinde tributo a quien fuera su gran iniciado y recuerda su paso por nuestra Institución.
No es nuestro propósito sumarnos a la polémica, nos interesa sencillamente abordar un tema de carácter histórico, saber si la francmasonería tuvo en su seno a San Martín, libertador de América y demostrar la influencia sostenida y constante, tan grande y en ocasiones decisivas, que tuvo la orden francmasónica en la independencia de América.
En cuanto a las Provincias Unidas del Sur, por haber estimado San Martín que la institución era no solo necesaria, sino el más adecuado medio, el instrumento imprescindible e insustituible para el triunfo en la heroica lucha que se iba a librar en defensa de la libertad americana, una de sus primeras y esenciales preocupaciones fue la de organizar la logia, dirigirla y sostenerla.
Las logias en las Provincias Unidas, en Chile y en Perú fueron el gran organismo de iniciativa y consejo, que guía y regula la obra de sus gobernantes, tanto civiles como militares. San Martín, consciente de las enormes dificultades que implican la realización de sus empeños, llevando los pueblos a la vida independiente o libre, creyó, desde el primer instante, en la necesidad de contar con la cooperación y ayuda de minorías selectas, espiritual e intelectualmente. En las logias encontró ese eco y fermento revolucionario para su inspiración.
Cuarenta y dos largos años de vida masónica del general José de San Martín y su participación activa en no menos de 18 logias no se perdieron en las tinieblas de los tiempos; vemos ya que en los albores del año 1808 San Martín recibe la luz masónica, iniciándose en el grado de aprendiz en la Logia Integridad Nº 7 de Cádiz. Esta logia tenía carta constitutiva otorgada por la Logia Provincial de los Antiguos y en 1804 figuraba con el Nº 7 en el llamado Gran Oriente Regional de Sevilla, y el 6 de mayo de 1808, San Martín recibe el grado de maestro masón.
Esto ha llegado a nuestro conocimiento por los documentos publicados en España por los enemigos de la masonería española. En 1939, después de la guerra civil, se organizó toda una campaña antimasónica. El enfoque de los antimasones españoles difiere del sustentado por sus pares en la República Argentina. Ellos consideran que todos los libertadores de América fueron traidores a la madre Patria por el hecho de ser masones, y por ello sacaron a relucir el masonismo de los próceres de la emancipación americana, lo que fue publicado por medio de la Editora Nacional, un órgano oficial de la España franquista.
Dos figuras de esta logia habrían de conmover el corazón de San Martín y su recuerdo habría de acompañarlo durante toda su vida, la primera de su primer Venerable Maestro, tanto por su brillante personalidad cuanto por el hecho de haber sido San Martín su edecán al momento de su trágica muerte. Se trata del general Francisco María Solano, Venerable Maestro en su Logia Integridad Nº 7, maestro en el arte de la guerra, aventajado discípulo de las tácticas francesas aprendidas a través del general francés Maureau.
San Martín guardó toda su vida un indeleble recuerdo por la memoria de su primer Venerable Maestro, el general Solano, al punto de llevar constantemente en su billetera hasta la hora de su muerte, un grabado en acero en forma de medallón. En su orla había sombreado el mismo una faja de luto y en el papel que lo envolvía estaba escrito su nombre en gruesos caracteres. Al respecto así escribía el hijo político del general San Martín, el general Balcarce, al general Mitre: “También envío a Ud. el retrato del desgraciado General Solano, el mismo que mi padre político llevaba en su cartera como recuerdo de aquel amigo a cuyas órdenes sirvió como Edecán y cuyo fin no pudo evitar a pesar de los esfuerzos que hizo por salvarlo aquel horrendo día.” Este texto está en la página 492, del T. II del archivo del general San Martín.
También se expresa Vicente Fidel López en el tomo VI, pág. 310 y 311. “San Martín era Edecán del general Solórzano, cuando el pueblo de ese puerto indignado hasta la demencia por el estado calamitoso del reino, se alzó acometiendo al Venerable Magistrado. Lo sacaron a la calle, lo asesinaron y arrastraron su cadáver como trofeo de victoria, anulando toda defensa, pesa a denodado esfuerzo.”
De la hondísima impresión que a San Martín le produjo aquel pavoroso espectáculo, son testimonios sus posteriores y constantes repulsas a los movimientos demagógicos y a los procedimientos de los gobiernos basados en el desenfreno de las multitudes. A través de su gloriosa vida hemos de ver en momentos solemnes de ella, hasta qué punto llegaba su repugnancia a desórdenes y motines por lo mismo que era un sincero liberal y un amante y servidor constante de su pueblo.
En esa misma Logia Integridad Nº 7 tuvo fraternal vinculación con Alejandro Aguado, amistad que tendría proyecciones insospechadas en el porvenir lejano de la vida de San Martín.
Era Aguado natural de Sevilla y siete años menor que San Martín, revistaba como cadete en su regimiento y luego habría de ser su mejor e íntimo amigo. El joven Aguado había abrazado la carrera de las armas por vocación, ya que la fortuna de sus padres lo tenían a cubierto de necesidades e ingresó en el ejército del rey en 1799. Aguado, joven, rico, alegre, contrastaba con San Martín, reservado y serio. Coincidían sin embargo en varios aspectos: honradez de intenciones, bizarría, rectitud y limpieza en sus conductas. San Martín debió ser el maestro de Aguado en el campo de batalla, Aguado el de San Martín en sus correrías juveniles y las fiestas mundanas. Tan íntima y fraterna fue esa amistad, que Aguado fue uno de los muy pocos que San Martín tuteaba.
Luego, cada uno marcha a su destino, San Martín, el de libertador de medio continente; Aguado, ostentando el título de Marqués de las Marismas y acaudalado banquero; más el destino los lleva a reunirse casi en el ocaso de sus vidas en Francia. Allí San Martín, con la ayuda de su amigo Aguado, adquirió en propiedad un palacete cerca del castillo de Aguado en el Bourg y aquí viene un hecho clave en nuestra exposición, ambos en su carácter de masones concurren a las tenidas de la Logia de Ivri, donde están las firmas de ambos como integrantes de las tenidas masónicas de la que era Venerable Maestro el doctor Rayer, médico particular de Aguardo y después presidente de la Sociedad de Biología.
Aguardo, que tan particular devoción sentía por San Martín, lo nombra en su testamento albacea y tutor de sus hijos menores. San Martín, en cumplimiento de tales funciones, tuvo que traer los restos de Aguado, fallecido en su viaje a España, organizar solemnes funerales para el difunto en la iglesia de Notre Dame de Lorette y erigir suntuoso mausoleo sobre una elevación del cementerio de Pere Lachaise, donde mandó a grabar el siguiente epitafio: “No busquéis entre los muertos al que vive”.
Respecto de la amistad de San Martín y Aguado, el doctor Gregorio Marañón señaló: “La historia de la relación entre San Martín y Aguado simboliza dos cosas, que son a su vez la representación de lo más noble del alma humana: la amistad o la liberalidad o liberalismo. Son estas dos cosas en el fondo lo mismo.” La más característica prerrogativa del alma liberal es en efecto su aptitud y la fruición para el sentimiento y el ejercicio de la amistad.
El triunfo de los dos dentro de distintas esferas era de uno y de otro a la vez. Y en el gran abrazo de ambos triunfadores habría junto con la emoción imperativa de la propia victoria, la emoción de la victoria del otro. Todo esto era liberalismo, el admirable liberalismo que cimentó la civilización humana en el desarrollo de la república y el ejercicio de los derechos individuales.
Pero volvamos al derrotero masónico seguido por San Martín y regresemos para referirnos a la segunda logia en que le tocó actuar. San Martín no pudo ser ajeno al llamado emancipador de las colonias americanas radicadas en España, que se agrupaban en la Logia de Caballeros Racionales Nº 3 de Cádiz, que tenía el privilegio de reunir en su seno muchas personalidades de la emancipación americana. A esa logia se incorpora a mediados de 1808.
Esta logia tenía ilustres antecedentes; formaba sobre los restos de la creada por el peruano inmortal, don Pablo de Olavide, el primero en concebir el ideal de la emancipación americana. Esta logia como nos enseña el general peruano Rivadeneira, miembro de la misma, fue creada en Madrid y ante el avance de los franceses pasa a Sevilla y luego a Cádiz, donde contó con sesenta y tres miembros, que se distinguieron por sus talentos y por su acendrado patriotismo, por su interés por la independencia, de distinguidas y señaladas virtudes patrióticas en cada uno de ellos. Nombres ilustres de Mérida, Tobar, Carcedo y Castillo, colombianos; Pérez Toledo y Obregón, mejicanos; Suárez, Pinedo y Juanos, guatemaltecos, etc.
Agrega el general Rivadeneira, refiriéndose a San Martín, que al encontrarlo en 1821, en el cuartel general de Huaura, “me estrechó en su brazos y recordó nuestra antigua amistad, nuestros trabajos en la sociedad de Cádiz para que se hiciese la América independiente”. San Martín, que mucho apreciaba los servicios y sacrificios del general Rivadeneira, su antiguo cofrade de Caballeros Racionales Nº 3, lo nombró General de Brigada y designó como Gobernador del Callao.
La Logia Caballeros Racionales contó con similares en Madrid, Sevilla, Cádiz, Bogotá, Caracas, Filadelfia, México, Buenos Aires, Uruguay, Londres, etc. Tres argentinos presidieron la Logia Caballeros Racionales Nº 3 de Cádiz, José Moldes hasta 1808, Carlos María de Alvear hasta 1811 y luego el sacerdote Ramón Anchoris.
A ella se refiere San Martín en carta al Presidente del Perú, mariscal Ramón Castilla, escrita en Boulogne Sur Mer en el año 1848: “En una reunión de americanos en Cádiz, sabedores de los movimientos acaecidos en Caracas, Buenos Aires, etc. resolvimos regresar cada uno a nuestro país a fin de prestarles nuestros servicios en la lucha que calculábamos se había de entablar.”
También se refiere a ella el general Zapiola en el cuestionario que le envía el general Mitre con relación a la actividad masónica de esta logia, donde le contesta en la parte final, enviándole una lista de los individuos que forman la Logia Caballeros Racionales Nº 3.
En idéntico sentido, con relación a la existencia de esta logia se refieren hermano que fueron actores, por integrar los cuadros lógicos, como Moldes y Gurruchaga, Rivadaneira y Alvear, en sus cartas enviadas a Mérida en Caracas y de las que hemos de extendernos al referirnos a la Logia Caballeros Racionales Nº 7 de Londres.
Resuelto San Martín, al igual que otros patriotas, a dirigirse a Buenos Aires, donde había estallado el grito de la emancipación, debe dirigirse como camino obligado, primero a Londres. Para ello, San Martín obtuvo la ayuda de uno de los jefes del ejército inglés, Sir Charles Stuart, que le consiguió un pasaporte y cartas de recomendación para Lord MacDuff, más tarde Conde de Fife y que había pertenecido a la Logia creada en Londres por el insigne precursor Francisco de Miranda. Esto tiene una doble importancia probatoria.
Por un lado esta versión la realiza Gerard, bibliotecario de Boulogne Sur Mer, amigo de San Martín, que tuvo estos datos del propio Libertador y la publicó en una nota necrológica cuando éste fallece en Agosto de 1850, y la referencia al Conde Fife, en la localidad de Branff, Escocia, donde San Martín visitó, en compañía de su hermano, las logias San Andrés Nº 52 y San Juan Operativa Nº 92, donde están rubricadas sus firmas. Estas logias pertenecían a la jurisdicción de la Gran Logia de Escocia, en la que su amigo, el Conde de Fife, era Gran Maestre de la Gran Logia Provincial de Granffshire hasta el año 1848.
Volviendo al viaje de San Martín a Londres, cabe destacar que allí fue recibido por sus hermanos que ya se habían instalado, ubicándose San Martín como invitado en la casa de Carlos M. de Alvear.
Allí en Londres estuvo San Martín cuatro meses fundando con sus hermanos la Logia Caballeros Racionales Nº 7, cuyo primer Venerable Maestro fue don Carlos de Alvear, siendo sus integrantes, además de San Martín, Zapiola, Holmberg, Mier, Villa Urrutia, Chilabert, al que se agregaron Manuel Moreno, hermano del Tribuno de Mayo Mariano Moreno y los venezolanos Luis López Mendes, Andrés Bello y el Marqués del Apartado.
En la logia de Londres, expresa el general Zapiola, fue San Martín, al igual que él, ascendido al quinto grado, afirmación que sostuviera en la contestación de las preguntas que le formulara el general Mitre y en cuya respuesta agregara además la nómina de integrantes de la Logia Caballeros Racionales Nº 7 de Londres, que hemos recientemente destacado.
Además de todo ello tenemos probanza, por cartas de Carlos de Alvear del 20 de octubre de 1811, dirigida al patriota venezolano Rafael Mérida, Venerable Maestro de la Logia de Caracas, Venezuela, de las actividades de los hermanos de la Logia Caballeros Racionales Nº 7 de Londres, al igual que la nómina de sus componentes, ya que estas cartas se encuentran depositadas en el Archivo Álvaro de Bazán de la Armada Española y que fueron dadas a conocer por el historiador español contralmirante Julio Guillén.
Las referidas cartas, así como otros documentos, habían sido confiados a Juan Brown, sobrecargo del bergantín inglés La Rosa, que fuera apresado por un corsario español el 3 de enero de 1812, por cuya causa tomó intervención la inquisición y por los conductos referidos llegó a nuestros días.
Con la intervención del importante masón Lord MacDuff, Conde de Fife, logró que se armara la fragata Jorge Canning en enero de 1812, llevando su carga de hermanos masones que concurrían a sentar plaza en el ejército de la revolución de esta parte del continente. En ella venían estos militares de carrera: teniente coronel de caballería José Francisco de San Martín, alférez de navío Martín Zapiola, capitán de milicias Francisco Chilavert, subteniente de infantería Antonio Arellano y el teniente de guardias walonas Barón de Holmberg.
Ya en Buenos Aires, puestos en contacto con el Venerable Maestro Julián Álvarez de la Logia Independencia, la primera actividad masónica de San Martín fue formar un triángulo conjuntamente con Alvear y Zapiola y ya para junio de 1812 el triángulo había afiliado a Guido, Murguiondo, Zufriategui, Malter, Anchoris, Monteagudo, más la casi totalidad del pasaje de la fragata George Canning, y que se denominó según las últimas investigaciones, Caballeros Racionales Nº 8 y no Lautaro, denonimación que recibiría recién en 1815, con motivo de la reorganización que inspirara San Martín. Su lema fue: unión, fuerza y virtud. Se requería ser americano y juramentarse a luchar por la independencia, según el archivo que en Montevideo llevó el señor Julián Álvarez, Venerable Maestro de la Logia Independencia y que diera sus mejores hombres a la Logia Caballeros Racionales Nº 8. Además, como expresión de su fe democrática, estos hermanos juramentados expresaban que no reconocerían por gobierno legítimo de las Américas, sino aquel que fuese voluntad de los pueblos y de trabajar por la fundación del sistema republicano.
La logia, a pesar del reducido número de sus miembros, asumió de inmediato un papel preponderante, convirtiéndose en el centro motor de los más importantes acontecimientos históricos que permitieron que el barco de la revolución tomara su rumbo inicial. Así vemos que sus integrantes, encabezados por San Martín y Alvear, Venerable Maestro de la logia, al comprobar la falta de representatividad y eficacia del primer Triunvirato, congregaron las tropas frente al Cabildo, aquel ocho de octubre de 1812, para exigir un cambio del poder ejecutivo. Es así como surge el Segundo Triunvirato, integrado por Juan José Paso, Rodríguez Peña y Álvarez Jonte, todos ellos hermanos de la orden, cuyo primer y más trascendente acto de gobierno fue convocar a la Asamblea del año 13, Asamblea de la Patria Naciente, formadora de las leyes de la libertad civil, pero que no llegó a declarar la independencia y dar una constitución.
San Martín y Alvear fueron por mucho tiempo los árbitros de la logia y ésta de los destinos de la Patria. De los 55 miembros de la logia, 3 pertenecían al poder ejecutivo, 28 de sus miembros eran representantes en la Asamblea General Constituyente, 13 eran partidarios de San Martín y 24 de Alvear.
Su objeto declarado era trabajar con sistema y plan en la independencia de la América y su felicidad, obrando con honor y procediendo con justicia. Según su constitución, cuando alguno de los hermanos fuera elegido para el Superior Gobierno de Estado, no podía tomar resoluciones graves sin consultar a la logia, no podía nombrar enviados diplomáticos, generales en jefe, gobernadores de provincia y jueces, funcionarios eclesiásticos ni jefes de cuerpos militares, ni castigar con su sola autoridad a ningún hermano. Era ley en todos los conflictos el sostener a riesgo de su vida las decisiones de la logia.
Una sorda lucha entablada por las ambiciones de Alvear, en el transcurso de 1815, lleva a la logia a un estado de disolución, pero San Martín, mientras preparaba su campaña libertadora, propugnó la reorganización de la logia, que se llamó Lautaro, no como expresión de homenaje al héroe de la obra de Ercilla, sino como expresión masónica que significa expedición a Chile. Organizada la misma, llegó a servir de enlace de los trabajos entre él y el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón, también hermano de la orden.
Tal era la importan que San Martín concedía a la logia, que la estableció en todas partes adonde se dirigía, organizó las sociedades secretas en Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Chile, Perú. Todas ellas denominadas Lautaro y manteniendo entre sí activa coordinación y cooperación, mientras se preparaban las fuerzas que irían sobre el Perú, para destruir el foco más poderoso de la resistencia colonial y donde también habría de fundar la Lautaro en Lima. Todas ellas con los mismos principios y constitución que la Lautaro porteña, a la que habían de someterse O’Higgins en Chile y el propio San Martín en Lima, como encargados del poder ejecutivo de estos países.
No sólo logias lautarinas fundó San Martín, también fundó la Logia del Ejército del Norte, donde Belgrano fue iniciado y que a su vez creó la Logia Argentina de Tucumán, sino también la Logia del Ejército de los Andes, con sus más dilectos compañeros de armas.
Luego del histórico abrazo de Guayaquil con Simón Bolívar, con intervención de la Logia Estrella de Guayaquil, inicia su retiro, despojándose San Martín del mando supremo en Perú, para radicarse en Brusela, donde se incorporó a la Logia La Perfecta Amistad. En honor de San Martín, esa logia mandó acuñar una medalla de plata cuyo facsímil se encuentra en la masonería argentina. Además, el Capítulo Rosacruz “Los Amigos de Bruselas” hicieron acuñar otra medalla, cuyo original se encuentra en el Museo Mitre. Estas medallas tienen la particularidad de mostrar a San Martín de perfil y son debidas a un distinguido masón, el artista europeo Henri Simons.
A tan gallarda figura de la epopeya americana, la masonería le rinde la máxima expresión de su homenaje, y en su honor, bajo la jurisdicción de la Gran Logia de la Argentina, funcionaban las logias Lautaro Nº 167 de Mendoza, Bernardo de Monteagudo Nº 414 de Paso de los Libres, Juan Martín de Pueyrredón Nº 251 de San Isidro, el Capítulo Rosacruz General San Martín, la Gran Reunión Americana y la José de San Martín Nº 384 de Lanús. Estas logias, convocadas en la celebración del VIII Encuentro de Logias Sanmartinianas, por la Logia San Martín Nº 36 de Lima, al igual que las logias San Martín de Argentina, Brasil, Chile, México, Perú y Uruguay, se han de reunir en fraternal fiesta masónica, para formar la Cadena de Unión Sanmartiniana en la que vibrará encendido el espíritu del prócer, iluminando el camino a seguir y sirviendo de inspiración de aquél que con su afán y ardua fatiga supo arrancar las palmas de la gloria.
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