Entre todos estos “ingleses” rosistas, se destacó Thomas Saint-George Armstrong. Este irlandés anglicano llegó a Buenos Aires en 1817, a los 20 años. Decía ser de los Armstrong del condado de King (Offaly) en la Isla Esmeralda, a su vez, descendientes de los Armstrong de Fermanagh que antes tuvieran el castillo de Mangerton, en Escocia. Según él, su padre había sido Coronel del Ejército Británico y “sheriff” de Garrycastle.
Orgulloso de ser miembro de este clan irlandés que tantos oficiales había dado al servicio de la Corona británica, este Armstrong se dedicó, sin embargo, al comercio—varios parientes suyos se habían instalado en el Río de la Plata, fundando la sociedad Armstrong & Co., pero Thomas estaría destinado a descollar entre todos ellos.
Al mismo tiempo que comerciaba con los productos ingleses que, desde la Revolución de Mayo, tenían la entrada asegurada en la región, Armstrong comenzó con pequeños préstamos y alcanzaría a ser uno de los principales banqueros de Buenos Aires. Su habilidad para los negocios fue rápidamente notada y en 1824 lo encontramos ya como miembro del muy influyente Comité de Comerciantes Británicos.
Esta actividad empresaria la complementó con una marcada vocación filantrópica. Caído el gobierno virreinal, se abrió la puerta a la filantropía laica (y filo-masónica) que fue reemplazando, en gran medida, a las obras de caridad de una Iglesia porteña que se había visto bastante herida por la Revolución: los sacerdotes juramentados y comprometidos con ella se dedicaban más a la política “patriótica” que a la cura de almas; mientras que los clérigos refractarios limitaban su campo de acción por miedo u obligados por el gobierno. Por su parte, los protestantes —especialmente los fieles de sectas anglosajonas— habían encontrado la libertad de cultos y puesto a la tarea de construir sus templos “disidentes”. En este marco, Armstrong se destacó.
En el Río de la Plata, a los 30 años, el joven Thomas se casó con una niña de la familia Villanueva y López Camelo de nombre Justa—familia de comerciantes y estancieros (antiguos funcionarios regios) que no tuvo inconvenientes en que su hija se casara en la catedral anglicana por el rito de esa secta—. La ceremonia fue presidida por su pariente, el Reverendo John Armstrong, y contó con la presencia testimonial de Woodbine Parish, entre otros.
En 1831, el gobernador Juan Manuel de Rosas nombra a Thomas Armstrong su representante en el directorio del Banco Provincial (hoy Banco de la Provincia de Buenos Aires). Consiguió de Rosas la colaboración económica del gobierno para la fundación de la Iglesia Estadounidense de Buenos Aires y para lo que sería el Hospital Británico, que aún existe.
En 1841, fue uno de los fundadores del Stranger’s Club—Club de Residentes Extranjeros—, que agrupaba a los extranjeros más ricos; muchos de ellos enriquecidos por los buenos negocios que hacían con Rosas.
Luego de la caída del “tirano”, curiosamente (o no tanto para nosotros), Armstrong conservó sus cargos. Continuó como director del Banco de la Provincia de Buenos Aires y se integró al directorio del Banco de Crédito Público. En 1854 estuvo entre los refundadores de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
En 1857, gracias a sus gestiones, se reanudaron las relaciones diplomáticas oficiales con el gobierno de Su Majestad Británica. Por más de cuarenta años de servicios ininterrumpidos al gobierno de Londres (conste que se incluyen los años en que supuestamente fue funcionario argentino), se le ofreció la condecoración como caballero británico. Pero por razones que no están claras, Armstrong se declinó gentilmente la oferta. Quizás porque aún le quedaban servicios que prestar a los intereses ingleses en la Argentina.
Fue miembro del Consejo Municipal de la Ciudad de Buenos Aires. En 1859 fundó la Compañía Argentina de Seguros.
Cuando el sacerdote irlandés Anthony Fahy llegó a la Argentina y fue a vivir a casa de los Armstrong. Don Tomás, como se lo conocía, siguió ayudándolo en su obra por el resto de su vida.
En 1862 fue designado por el gobierno argentino para negociar en su nombre el famoso préstamo Buschenthal, que había sido tomado por la Confederación tres años antes durante la guerra con Buenos Aires.
Los últimos años de su vida los pasó a cargo del Ferrocarril Central Argentino y del Puerto de Ensenada, en ambos como “director residente” en Buenos Aires —tener en cuenta que las sedes sociales de ambas empresas estaban en Londres—. Gracias a Guillermo Rawson—médico y ministro del Interior de Mitre—, obtuvo la suscripción de 300.000 libras esterlinas, pagadas por la República Argentina, para permitir la finalización de las obras del ferrocarril y la inauguración del tramo final del mismo.
Su actividad filantrópica nunca cesó. Hasta su muerte continuó ayudando al hospital de su colectividad y a la Nueva Iglesia Protestante para anglosajones. También acomodó por un tiempo a las Hermanas Irlandesas de la Misericordia.
Con los cambios de gobierno, tampoco vio afectada su enorme propiedad rural, con campos en el sur de la Provincia de Santa Fe y norte de la Provincia de Buenos Aires. Hábil para los negocios, supo instalar colonias agrícolas en zonas como Elortondo, Carmen, Venado Tuerto, Firmat, Chabás, Melincué, etc.
En 1871, cuando el Duque de Edimburgo visitó la capital uruguaya, Montevideo, Armstrong envió un telegrama de parte de todos los residentes británicos en Buenos Aires donde se hacía una renovación de los votos de sumisión de los mismos a la Corona.
Falleció en junio de 1875, a los 75 años. Fue recordado por los diarios de Londres como un gran “patriota” inglés. En su honor, el F.C. Central Argentino construyó la estación “Armstrong”, entre Cañada de Gómez y Tortugas (Provincia de Santa Fe), alrededor de la cual fue apareciendo un pueblo que aún existe.
The Southern Cross, el diario irlandés —católico pero pro-británico y anglófilo— que dirigía el P. Fahy, supo reconocer los méritos del anglicano Armstrong: “… True patriot… To our countrymen… he was unsparing and lavish in his beneficence” (“… Verdadero patriota… Para nuestros compatriotas… fue generoso y liberal en su beneficencia”).
Retrato de Thomas St. George Armstrong luego de que, con su inmensa fortuna, "comprara" un lugar en el célebre Peerage and Baronetage de Burke. |
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