En 1810 se habían censado 126 británicos en el
Río de la Plata, incluyendo, entre ellos, algunos de los venidos en las
Invasiones Inglesas y que, por diversos, no habían querido abandonar el país.
Una década y media después, los británicos serían varios miles —3500 súbditos
de Su Majestad, en 1824, según el British
Packet del Sr. Love—.
Ya a mediados del siglo XVIII, España había
abierto América a refugiados católicos angloparlantes, principalmente
irlandeses. Antes de esas fechas los hubo pero, en general, en pequeño número.
Sin embargo, el apoyo hispano-francés a las pretensiones del jacobitismo se
convirtió, tras el fracaso de 1745, en un importante flujo de refugiados
religiosos y políticos, junto a los cuales vinieron también algunos pillos que
aprovechaban la oportunidad (no vamos a extendernos, pero es bastante bien
conocido que las primeras logias masónicas regulares que abrieron en el
Continente, lo hicieron de la mano de estos “refugiados” irlandeses, escoceses
e ingleses).
En Buenos Aires, recaló el supuesto segundón de
Lord Dalmouth, Paul William Thompson. Aquí abrió una casa de comercio apenas
arribado y ya en 1764 se aseguraba una carta de ciudadanía española que le
permitía sumarse al “monopolio”, al mismo tiempo que mantenía vínculos con
casas de comercio de Londres, Dublín o Glasgow, convirtiéndose en puerta de
entrada de los productos británicos en la América del Sur.
Tan rápido hizo fortuna este Thompson que, muy
poco después, estuvo en condiciones de contraer matrimonio con la linajuda doña
Tiburcia López y Cárdenas. Y con ella tuvo a Martín Jacobo Thompson —que será
Coronel “patriota” y embajador ante el gobierno de los Estados Unidos, pero tal
vez más conocido por un hecho que relataremos más adelante—. En 1804 este
Martín desposó a María Sánchez. Pero, antes, refiere la tradición que el padre
de ésta no le permitía casarse con un hereje y que tuvo que disfrazarse de
aguatero para poder ingresar en casa de los Sánchez Velasco. Como se ve, el
“catolicismo” que Pablo Guillermo Thompson había declarado para lograr la ciudadanía
española no era creído por los vecinos porteños.
Otro de los refugiados que arribó a estas
costas fue Miguel O’Gorman, aunque su derrotero tuvo escalas. El caso es que
arribó en 1777 en calidad de cirujano de la expedición de don Pedro de Ceballos
y Cortés, futuro virrey del Río de la Plata. Por Real Orden debió quedarse en
Buenos Aires para reorganizar el hospital, por lo que es considerado como uno
de los fundadores de la Medicina en la Argentina. Abrió su práctica aquí y
ejerció hasta poco antes de morir. Alto y distinguido, es quizá más conocido
como abuelo de la famosa Camila O’Gorman y Ximenes. Hermano de ella fue el
canónigo Eduardo, rector que fue de San Nicolás de Bari y alto funcionario de
la iglesia (cismática) bonaerense.
El joven comerciante inglés John Miller
arribaría a estas costas con el nuevo siglo. Casado con la dama española María
Balbastro, estaba vinculado entonces con Carlos María de Alvear —oficial
español, de la Logia Lautaro, futuro general “patriota” y director supremo—. Su
hija Margarita Balbastro y Miller sería desposada años después por John W.
Parish, hijo de Sir Woodbine a quien ya nos referimos, agente británico,
empresario del ferrocarril y admirado de Domingo Faustino Sarmiento. “Don Juan
Miller” comprará tierras y se convertirá en un insigne estanciero en la zona de
Cañuelas, introductor en el país de la raza Shorthorn o Durham, que fue
conocida localmente como Tarquino, por el nombre del primer toro de esa raza,
propiedad de los Miller. Al morir en 1843, sus restos serán inhumados en el
antiguo cementerio de Disidentes.
“Don Juan” trajo también a estas pampas a su
hermano Andrew. En 1827, “don Andrés” casará con Julia Canning, sobrina del
Almirante Brown y pariente del primer ministro británico. Andrés Miller, además
de la actividad ganadera, fue propietario de un almacén con los Robinson y un
saladero en Barracas en sociedad con el Tte. Cnel. Mariano de Escalada, cuñado
del “Libertador” y “héroe” de la independencia.
Por la misma época en que llegó Miller, arribó
a Montevideo el inglés Robert Billinghurst. Recordados son sus hijos Guillermo
(gran empresario del salitre en Arica y padre del presidente peruano del mismo
nombre) y Mariano (empresario de lanas, tranvías y ferrocarriles), y su nieto
Lisandro (ganador del “millón” de 1902). Al estallar la Revolución de Mayo,
abrazó la causa “patriota”. Fue interlocutor entre la flotilla británica del
Río de la Plata y las fuerzas revolucionarias que sitiaban la capital de la
Banda Oriental que, aún, se mantenía fiel al Rey. Casó con Francisca Agrelo,
hermana de los “próceres” Pedro y Marcos.
Por sus servicios, en noviembre de 1811 el
Cabildo le concedió la ciudadanía argentina, siendo la segunda concedida a un
inglés (el primero fue el agente Paroissien, a quien ya nos referimos). Fue,
posteriormente, lugarteniente de Brown a quien admiraba y en más de una ocasión
transportó en sus barcazas por el Río de la Plata. Tenía grandes propiedades a
ambos lados del Río de la Plata y, a pesar de haberse “agauchado” según dicen,
prohibía el castellano a sus hijos en la intimidad de su casa.
También a comienzos del siglo XIX, vemos a
otros ingleses residentes en Buenos Aires. Agustín (Augustine) Wright llegará a
firmar como “alcalde de barrio” en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810.
Santiago (James) Spencer Wilde, pariente y corresponsal de John Mill, el
filósofo y padre de John Stuart Mill. Fue contador de cálculo entre 1821 y 1834
—es decir, entre los gobiernos de Rivadavia y Rosas, inclusive—, a cargo de la
gestión de la ingente deuda externa con intereses británicos.
“Don Santiago”, que era vocal de la Comisión de
Hacienda, presentó un proyecto de telégrafos, para unir la Fortaleza con las
guardias de fronteras. Fue padre de José Antonio Wilde, el autor del conocido Buenos Aires setenta años atrás.
Santiago invitó a venir a su hermano Wellesley
Wilde, que aquí adoptó el nombre de pila de Diego y fue “guerrero de la
independencia” y coronel en Bolivia. Siendo teniente, desposó a Visitación
García, hermana de Fortunata —la que, en Tucumán, ocultó la cabeza del “mártir
de Metán” (Marco Avellaneda) para que los hombres de Oribe no pudiesen
hallarla—. Éste fue padre de Eduardo Wilde, célebre médico, escritor, pedagogo
y político laicista argentino.
Negocios y liberalismo parecen ser el
denominador común de todos estos personajes.
"The Great Province of Rio de la Plata" (La Gran Provincia del Río de la Plata) de la 4ª edición del libro de mapas de Herman Moll, The Compleat Geographer (Londres: 1723) |
[Continuará]
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