miércoles, 22 de febrero de 2012

¿Misa para celebrar el Bicentenario?

Hace un tiempo, el bloc de notas Sacro y Profano, que dirige el periodista Andrés Beltramo Álvarez, informó sobre la Misa, presidida por el Santo Padre, que tuvo lugar en el Vaticano “en honor al bicentenario de las independencias de los países latinoamericanos”.

Como no podía ser de otra forma, esto precipitó un encendido debate. Del mismo, entre otros varios aportes interesantes, destacamos los comentarios de un lector que utilizó el seudónimo “Minero” y que nos permitimos reproducir aquí para ilustración de nuestros seguidores. (Los enlaces en el texto son nuestros para quien desee profundizar.)

Creo que ha tenido un lapsus, supongo que se refiere a los pueblos vivos y reales de la tradición hispánica, que se agrupan en la católica Hispanoamérica, salvo que esté hablando del concepto geográfico vacío que los franceses llamaron Latinoamérica. 

Por otro lado, el bicentenario no es otra cosa que el bicentenario de la destrucción de la monarquía católica y del reinado de Cristo en Hispanoamerica. El bicentenario de la impiedad, la masonería y el liberalismo. No hubo independencia de España, hubo una independencia de la religión católica. España también renegó del gobierno de Cristo, como sus hermanos (o "ganaron su libertad", en sus palabras) en 1833, asi que en España en 2033 también celebraremos la independencia de la religión que tanta alegría le produce.  

No parece que este acontecimiento merezca una misa, salvo si es en reparación por la blasfemia cometida hace 200 años.  

Lectura recomendada para católicos que quieren comprender lo que pasó hace 200 años y liberarse de la propaganda liberal: "Españoles que no pudieron serlo" de José Antonio Ullate.  

Pero vamos, que un católico diga que Haití se "liberó" en 1804, teniendo en cuenta lo que realmente pasó, me parece preocupante.

La gran virtud del libro de Ullate es que no se queda en un lucha de peninsulares contra criollos, sino que explica claramente la guerra civil entre católicos y liberales que suponen las guerras de independencia, en América y en la península, donde el esfuerzo militar por destruir la monarquía católica es el último paso de un proceso anterior. 

Lamentablemente, los detalles amables no hacen menos horrible el conjunto revolucionario. Los próceres, aunque algunos, pocos, fueran píos en lo personal, eran liberales y anticristianos en sus ideas y formación. De hecho, los liberales beatorros, que ha habido bastantes aquí y allí, son los peores de todos, porque disfrazan de religiosidad superficial la monstruosidad de las ideas revolucionarias que portan. Igual que la Constitución de 1812 es liberal y anticristiana, aunque en uno de sus artículos haga España confesionalmente católica. Eso lo entendieron bien los católicos de entonces, que la rechazaron aquí y allí. Los estados que se construyen no son libres de nada, salvo del reinado de Cristo, y no nacieron otra cosa salvo masónicos. Ahí están las banderas y escudos de la mayoría de los países "liberados", repletos de simbología masónica "libertadora", para demostrarlo. Luego alguno cree que con ponerle el gorro frigio jacobino a la Virgen de Luján lo hemos arreglado todo... 

A estas altura de la historia, cuando vemos que estos 200 años sin monarquía católica (a ambos lados) no han valido de nada salvo para destruir la ciudad de Dios en los países Hispanoamericanos, que haya católicos que puedan hablar de "libertad", en vez lo natural, que sería hablar del terror, demuestra hasta qué punto los católicos de hoy se han convertido en los afrancesados contra los que luchaban los católicos de hace 200 años.

Y para el que quiera ver la opinión de la Iglesia, que no deje de leer la encíclica, "Etsi longissimo terrarum", de Pío VII. 

En el bicentenario de las independencias, los católicos no tenemos nada que celebrar, tenemos que lamentarnos como se lamentó la Iglesia que las sufrió. 

Insisto en que de nada nos vale recordar si tal o cual prócer tuvo una vez un detalle religioso (claro que si alguno ve piedad hasta en el asesino cristianofóbico de Bolívar...), lo que cuentan son sus ideas y el estado revolucionario que querían construir, y ahí no se salva ninguno. Los buenos católicos estaban en las juntas locales o en el bando realista, depende si tocaba luchar por la monarquía católica o contra Napoleón, Riego y la Constitución de 1812. Y lo mismo vale para los revolucionarios, también cambiaban de lucha según las circunstancias.  

Lo cierto, lo único cierto, es que al final del proceso independentista los que tenemos es un enjambre de repúblicas liberales y masónicas, calcadas de la Francia revolucionaria y tuteladas por Inglaterra. Esa era la "libertad" que empezó hace 200 años. 

¡Nada que celebrar!

Debo decir que me ha gustado su mensaje señor Beltramo, demuestra que lo fundamental de mi tesis es correcto, que las independencias de hace 200 años son injustificables desde un punto de vista católico. 

De entrada volvemos a sobre si los próceres eran gente muy beata, aunque los dos primeros ejemplos reconoce que no son muy buenos... vale. Si quieren ejemplos de políticos beatos en lo privado que han hechos horrores contra la religión, hay una lista enorme...  

Iturbide, una figura enorme, aunque no tanto como el anticristianismo del orden político que dejó a sus sucesores, el que más ha perseguido a los católicos de toda Hispanoamérica. 

Insisto: la Constitución de 1812, que fue rechazada por Iturbide y por muchos otros católicos, hacía España confesionalmente católica, lo cual era precisamente lo que más irritaba a los católicos de ese papelucho ¿seguro que entendemos el por qué? ¿entendemos también que mencionar a Dios no significa nada, menos si se hace en vano? 

Luego menciona el 40% de católicos hispanoamericanos. Esos católicos son mérito de la monarquía católica, y están ahí no gracias a sino a pesar de las repúblicas liberales de hace 200 años. ¿O alguien va a demostrar que en realidad esas repúblicas han sido utilísimas herramientas de evangelización? ¿Verdad que no? 

Los pobres europeos sufren de lo mismo que los hispanoamericanos, solo que aquí estamos en el epicentro del mal, con lo que se difunde a precio de llamada local. Los peninsulares se independizaron (o se "liberaron") de la monarquía católica en 1833, igualándose desde ese año en la desgracia de los hermanos de América. A ambos lados aplica el mismo criterio. ¡Y eso que los próceres revolucionarios de la península, María Cristina, Espartero o Espoz y Mina eran todos católicos también! ¡Y son los mismos de la desamortización! 

En resumen, que no hay por donde cogerlo desde el punto de vista católico, para defender todo esto hay que recurrir a otra cosa fuera del catolicismo: la ética de los hechos consumados de Hegel. 

Lo que el catolicismo no justifica, que lo haga la ética hegeliana. 

No podía tener mejor confirmación que esta. Como el hegelianismo no es católico, y mi tesis es que el bicentenario es insostenible como hecho feliz para un católico, aquí termino mi exposición.  

Sobre el otro "hecho consumado" de Latinoamérica, le dejo el artículo de M. Morillo, que es mucho mejor que lo que yo pueda decir: 


Me despido con el temor que me lleva a no tener que preguntarle qué opina de los "hechos consumados" (ahora, o dentro de 200 años) del aborto o el matrimonio homosexual legales, y tantos y tantos otros hechos consumados. Temo la respuesta. 

Un cordial saludo y gracias por permitir el debate.

Composición presentada en el II Congreso Mariano Interamericano de 1961. [Fuente]
Pueden observarse los escudos de las republiquetas de la antigua América Hispana,
cargados de simbología masónica como triángulos, soles, estrellas de cinco puntas, gorros frigios, etc.,
diseños esotéricos tan alejados de la heráldica tradicional,
rodeando la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.
Una muestra del intento de conciliar el agua y el aceite:
la Iglesia de Cristo con la Revolución.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario