lunes, 9 de enero de 2017

La mirada de un oficial británico



H.M.S. “Nereus”*, frente a Buenos Aires, 27 de enero de 1813.


Al Honorable Lord Vizconde Melville**.


Mi Lord,


Desde que tuve el honor de dirigirme a Su Señoría, vía el buque “Braganza”, hace casi una quincena, los asuntos han venido ocurriendo aquí tolerablemente tranquilos, aunque, en las últimas seis semanas, más de mil españoles han sido desterrados al interior con varios pretextos que parecieron suficientes.


La última inteligencia que hemos recibido desde el norte de Europa hasta el 13 de noviembre y desde otros lugares les ha hecho suspender por el momento la declaración de su independencia y en el presente se encuentran muy tranquilos sobre aquel asunto.


Un evento de alguna importancia ocurrió el 23 y espero que no sólo sirva a la gente de este país sino que también retire algunos obstáculos al comercio británico y produzca un giro más favorable en el gobierno. Dudo si ya he mencionado a Su Señoría en cartas anteriores detalles concernientes a la influencia que un hombre llamado Francisco Paso ha obtenido mediante conspiraciones e intrigas sobre el gobierno de aquí, del cual su hermano Don Juan José Paso es el presidente. Estos dos hombres son los hijos de un panadero y Don José es un abogado aplicado, intrigante y muy ambicioso. Fue secretario de la Primera Junta y logró conservar terreno cuando Moreno (quien murió en viaje a Inglaterra) cayó y cuando los diputados forzaron el gobierno en diciembre de 1810. Él estaba conectado al partido de Moreno que falló en oponerse al Presidente en 1811, en el mes de abril, y aunque todos fueron desterrados, él logró escapar de este destino pretendiendo estar enfermo, y con otras maniobras. Después, complotado con el partido triunfante, fue uno de los dirigentes de la Diputación que llevé a Montevideo a tratar con el General Elío, logrando la paz que pronto se hizo realidad. Fue justo después de nuestro retorno, en septiembre de 1811, que Juan Paso se unió a Sarratea (ahora capitán general y comandante en jefe de las fuerzas del gobierno en la banda opuesta) y Chiclana, para establecer el Triunvirato, del cual fue el miembro más inferior. Condujeron la Junta y enviaron a los diputados de las otras ciudades de regreso a su vida privada. Se había estipulado que cada uno de los miembros de este Triunvirato iba a retirarse cada seis meses, y Paso de acuerdo con esto se retiró último, cuando Pueyrredón fue electo en su lugar. Aunque se había decretado que un miembro retirado no podía ser electo nuevamente por un lapso de diez meses, en octubre pasado, justo después de que yo llegué, cuando las elecciones equitativas y justas fueron dejadas de lado por las intrigas de los Paso, Don Juan José fue electo Presidente del gobierno, con [Rodríguez] Peña y [Álvarez] Jonte como sus colegas. Desde entonces él se ha visto sostenido poderosamente por su hermano Francisco, cuya situación ponía a numerosos oficiales pagos bajo su control y sueldo; y por sus intrigas e influencia fuera del fuerte, incluso el gobierno dentro de él es su servidor. Su cargo de Comandante del Resguardo puso sumas muy considerables a su disposición, a través de expropiaciones y otros medios, y los informes son cosa corriente aquí (publicados en las gacetas de Montevideo), que adelantó 23.000 dólares [sic] a los oficiales de algunos cuerpos y así aseguró la elección de su hermano para la Presidencia. El pueblo de esta ciudad ya cansado del régimen tiránico de la facción de los Paso, emprendieron por algún tiempo la aceleración de la asamblea de los Diputados, con la esperanza de efectuar cambios en el gobierno así como en el sistema actualmente en vigencia, y Francisco Paso, al mismo tiempo ha intentado cualquier medio posible para contrarrestar sus esfuerzos; pero afortunadamente ha sido demasiado intrigante aún para sus mismos asociados, como suelen ser generalmente los hombres de mente siniestra, y ha caído él mismo en la misma trampa que tendió para otros. Fue descubierto*** el pasado 22 que otra vez había estado conspirando con los comandantes de los cuerpos, a través de la intervención de algunas herramientas corruptas de su facción, con el fin de ganarlos para su bando; y del mismo modo en que logró procurar la elección de su hermano mediantes lo militares, esperaba de nuevo desconcertar a todos en la próxima elección, y, por los mismos medios, mantener a su hermano en el sillón. Pero fue traicionado, acusado y detectado; y a plena luz del día, el 23, fue, por orden del gobierno, aprendido en su propia casa, y desterrado inmediatamente, lo mismo que sus cómplices, bajo una escolta de dragones hasta San Juan, donde aún permanece.


No pronto se deshicieron de este hombre, tuvo lugar una elección justa y cuatro diputados fueron elegidos ese día en Buenos Aires. Me dicen que se han presentado muchos cargos de enormidades contra Francisco Paso, algunas de la cuales, se supone, si se prueban, pondrán en gran riesgo su vida, en tanto que él ha hecho mucho más de los crímenes por los que los viejos españoles pagaron con su vida. Su hermano, el Presidente, quien se encontraba fuera de la ciudad y no supo de su arresto y defenestración hasta su regreso, continúa aún en su cargo, pero, cuando la asamblea, como se informa, se reúna el 31, es muy probable que lo depongan. Es muy difícil decir qué clase de hombres pueden quedar a cargo a continuación. Un hombre del que se habla que tiene probabilidades de tener éxito es Don Juan Larrea. Él es un catalán, de la ambición más activa y turbulenta. Su propiedad es muy cuestionada, puesto que aunque tuvo oportunidades de amasar una gran fortuna, ha contribuido grandemente, en ocasiones, a la lucha de partidos. Él fue uno de los conspiradores contra Liniers, con Álzaga (quien fue fusilado el último julio en la Plaza) y estuvo luego preso durante un tiempo. Aunque nacido en España, es un decidido defensor de la libertad americana y la independencia. Fue desterrado a San Juan en abril de 1811 (siendo uno de los conspiradores de Moreno contra Saavedra) y llamado de regreso en septiembre. Sin embargo, sólo arribó a la ciudad hace unas pocas semanas y está ahora haciendo publicidad para lograr un escaño en el gobierno en la próxima elección. Uno de sus hermanos ingresó al nuevo cuerpo de caballería comandado por San Martín. Este cuerpo tendrá más peso en las elecciones que toda la ciudad de Buenos Aires unida (sic), si la unión fuese algo que aquí puede pasar. Larrea, aunque estuvo antes en el gobierno, era, creo entender, un amigo decidido de lo inglés y de nuestro comercio. Es bien entendido en asuntos mercantiles, es un hombre de experiencia y conocimiento, habiendo pasado bastante tiempo en Inglaterra y varios lugares de Europa.


7 de Febrero.— Nos ha llegado hace un instante inteligencia de la desafortunada captura del “Java” por la fragata estadounidense “Constitution” el pasado trece de diciembre****, navío mediante el cual envíe esta carta. Otros reportes nos informan que algunos corsarios operan en las costas de Brasil, así como la fragata “Essex” y las balandras de guerra “Hornet” y “Wasp” con bandera americana.  Tengo entonces una nueva oportunidad de dirigirme a su Señoría para comentarle que la Asamblea de Diputados de las ciudades y provincias (todos electos en la ciudad de Buenos Aires) se reunieron el 31 último; ratificación oficinal e inesperada que me hizo personalmente el señor secretario Guido, y que he transmitido en el “Emerald”. Como soy perfectamente consciente del motivo de Su Excelencia para dirigirme tal comunicación, me limité a acusar recibo de la misma. Este Don Carlos Alvear, que ha sido nombrado Presidente de esta Asamblea soberana, es uno de los aventureros que llegó en el buque “George Canning” desde Inglaterra, de los cuales hice mención en una carta anterior a Su Señoría.


Esta augusta asamblea está compuesta de personajes de similar estampa: hombres sin respetabilidad ni conexión, sino turbulentos, ambiciosos, demagogos democráticos, quienes en tiempos revolucionarios como éstos, tienen todo por ganar y poco para perder más que sus cabezas. En esta Asamblea reside el Poder Legislativo, y en verdad toda la autoridad y poder. Sus decretos, firmados por su Presidente y uno de sus Secretarios, deben ser ley. El poder ejecutivo recae en el Triunvirato, como antes, pero está sometido por entero a la Asamblea soberana; aunque aún esté compuesto de los mismos hombres: Paso, Peña y Jonte. Bajo el actual estado de cosas, importa poco quiénes son las trompetas parlanchinas de la Asamblea y, por lo tanto, como el poder e influencia del Triunvirato está ahora reducido a poco o nada, dejarán de ser el objeto de la envidia y la ambición, y es probable que permanezcan en su sitio por más tiempo. Los jefes del Ejército, bajo el gobierno ante Montevideo, están variando. Artigas no se dignará a servir bajo Sarratea: se ha rebelado completamente a su mando y no sólo le ha cortado todos los suministros al ejército de Sarratea, sino que está suministrando ganado a Montevideo. Consecuencia de estos disensos, se rumorea aquí que el sitio será levantado y que las tropas recruzarán el río, y luego serán enviadas a reforzar a Belgrano en Perú, quien, se dice, está en marcha desde Tucumán hacia Salta. Desde la última salida desde Montevideo, en la cual envié un reporte a Su Excelencia en el “Braganza”, el General Vigodet ha enviado una pequeña expedición río arriba, que ha fracasado en su objetivo, cualquier éste haya sido. Hicimos una salva de honor en Buenos Aires ayer, en celebración por la victoria que ellos dicen [sic] que han ganado. Al escuchar, unos días atrás, que los montevideanos habían desembarcado río arriba, el coronel San Martín fue enviado con ciento cincuenta de su regimiento para oponérseles; cien infantes fueron con él, pero no pudieron seguirles el paso por falta de postas de caballos en el camino. En el campillo de San Lorenzo, unas sesenta leguas de Buenos Aires, San Martín cayó sobre sus enemigos, unos doscientos veinte, a quienes atacó con fuerza inferior y derrotó,  matando e hiriendo a cuarenta, y tomando diez prisioneros, dos piezas de artillería y un estandarte. El resto precipitadamente se retiró a sus navíos, cuyas armas impidieron que su retirada se viera cortada. Del lado de Buenos Aires hubo ocho muertos y heridos, entre los últimos el coronel San Martín. Al menos así cuentan la historia aquí. La de los montevideanos podría ser muy distinta.


La Soberanía [sic] está siendo excesivamente empleada en las tareas ardorosas empeñadas por esa alta autoridad [sic] para la que fue elevada. Ayer fue promulgada una orden por el Ejecutivo por la que todos los europeos que tengan empleos del gobierno y que no soliciten la ciudadanía en quince días, sean expulsados del servicio. Muchas personas respetables, que han pasado sus vidas en cargos públicos y que están muy familiarizadas con sus rutinas, sin duda serán sacadas para hacer lugar a algunos salvajes e ignorantes criollos. No poca confusión, en varios departamentos del gobierno, será con toda probabilidad la consecuencia. El último lunes, el Obispo de Salta fue ordenado a comparecer ante la Soberanía sólo para realizar los juramentos. Apareció en sus ornamentos mostrando así su situación de prisionero, separado de su diócesis. Se le ordenó regresar, y deseó venirse portando los ornamentos que se puso ante Fernando VII, y dejar sentado que la Asamblea es ahora el Soberano, y que probablemente representaba un soberano mayor a cualquier otro monarca europeo. El Obispo se retiró y fue ayer vestido según las órdenes, siendo admitido a tomar el juramento, y se le ordenó retirarse nuevamente, sin demostrársele la menor civilidad.


Estoy feliz de comunicarle que la más cordial harmonía existe en este momento entre los oficiales que comandan la Infantería de Marina y mis oficiales y yo, siendo que sus navíos con frecuencia anclan cerca de los nuestros y se intercambian amigables saludos. Ocasionalmente me carteo con Su Excelencia el general Vigodet, en un estilo tal que me permite compartir sus cartas con el gobierno aquí cuando las recibo, así como las mías, a una persona de su confianza, con la cual yo estoy  en términos íntimos, destruyendo por completo la operación de ese sospechoso celo que es una característica tan prominente del carácter español. Toda política local es evitada y nada se toca jamás, excepto en lo concerniente a nuestra causa común en la Península o en otras partes de Europa; y ambas partes están al tanto de que estoy en contra de mantener correspondencia con una sin que la otra esté enterada por lo que, por supuesto, se cuidan en el lenguaje para evitar verse en un dilema.


El Cónsul General de los Estados Unidos en este lugar, de cuyo nombramiento le escribí a Su Señoría, por el “Braganza”, aún no llegó, ni puede esperarlo ahora, me imagino, bajo el estado actual de las cosas. Todo esto considerado, se hace cada días más deseable que alguna clase de agente desde Inglaterra sea enviado con algún carácter oficial y comercial (si la naturaleza de las cosas no admiten que sea investido públicamente con cualquier cargo diplomático) para observar y dar información acerca de lo que está ocurriendo aquí y contrarrestar los esfuerzos irredentos de nuestros enemigos inveterados, los ciudadanos de los Estados Unidos, que están haciendo contra nosotros; y sería muy deseable que uno o dos buques pequeños de guerra sean estacionados en este río, donde es casi imposible para un buque de la clase y calado del “Nereus”, con demasiada frecuencia, actuar, o incluso defenderse contra cualquier fuerza inferior que desplace tres o cuatro pies menos de agua, cuando queda, por la bajante repentina del agua del río, fija inmovilizada en el fango. Los buques grandes, que desplazan más de quince pies de agua, pueden, al desplegarse frente a Buenos Aires, impresionar a sus gobernantes y habitantes (ignorantes como son de las cuestiones náuticas), pero son absolutamente inadecuados para la protección del comercio en este río y, en muchos puntos, menos efectivos para la defensa de navíos mercantes contra los ataques de naves mucho más livianas que los navíos más pequeños. Ningún buque que desplace más de quince pies debería ser enviado a este río; el “Nereus” tiene 18 pies 5 pulgadas de calado y por distancias de más de treinta millas me he visto obligado a empujarlo hasta los 18 pies y a veces menos hasta aguas más profundas; y donde ahora estamos anclados, a ocho millas de Buenos Aires, con frecuencia tenemos menos de catorce pies de agua a nuestro alrededor, y el buque queda tan firme como una iglesia, e igual indefendible en los ángulos que sus armas no alcanzan, y cuyos botes no sean equivalentes. Estos males, mi Lord, se suman a la consideración de que en este país no existe un hombre que pueda pilotear este buque sin mí, hacen que la responsabilidad que siendo no sea de poco peso. Sin embargo, hago lo mejor que puedo y espero lo mejor.


Tengo el honor de ser, &c.,


P. H. (Peter Heywood*****)

Retrato de Peter Heywood por John Simpson (National Maritime Museum).



[A Memoir of the Late Captain Peter Heywood, R.N., with extracts from his Diaries and Correspondence, by Edward Tagart (London: Published by Effingham Wilson, Royal Exchange, 1832).]


*El H.M.S. “Nereus” era una fragata clase “Amphion” de 5ª categoría, lanzada el 4 de marzo de 1809 por la compañía South Shields de Durham y completando su alistamiento el 17 de julio del mismo año en el dique de Chatham. El 30 de agosto de 1810 fue enviada a América del Sur. El 15 de junio de 1812 puso proa nuevamente hacia el río de la Plata. En 1813 su comandante, el capitán Peter Heywood fue reemplazado por el también capitán Manley Hall Dixon. El 14 de noviembre de 1814 regresó a Portsmouth desde Buenos Aires. En enero de 1815 es retirado del servicio en Woolwich y, tiempo después, transformado en transporte de tropas. En febrero de 1817 será desarmado en Deptford. 
**Robert Dundas, 2º Vizconde Melville (1771-1851), en aquella época era Primer Lord del Almirantazgo. 
***La conspiración había sido denunciada por José de San Martín, Francisco Ortiz de Ocampo y Manuel Pinto, partícipes de la misma en un primer momento, por oficio reservado al Triunvirato el día 21. 
****En realidad la captura de la fragata ligera H.M.S. “Java” por la fragata pesada U.S.S. “Constitution” tuvo lugar el 29/XII/1813. 

*****Peter Heywood (1772-1831) fue un célebre oficial naval británico. Hijo de una notable familia de la isla de Man, a los 17 años fue uno de los amotinados del H.M.S. “Bounty” en 1789. Perdonado por el Rey en 1792, continuó su carrera naval por otros 20 años. Se distinguió en las guerras napoleónicas, logrando quitarse el estigma de “amotinado convicto”. Estuvo en el río de la Plata durante las Invasiones Inglesas y quedó en el estuario hasta 1808 a bordo del H.M.S. “Polyphemus” del contralmirante Murray en tareas de reconocimiento y protección de la marina mercante británica en el Atlántico Sur. En mayo de 1809 el capitán Heywood recibió el mando del H.M.S. “Nereus” y tras un corto servicio en el Mediterráneo recibió la orden de proteger las embarcaciones mercantes de su país en el río de la Plata. A mediados de 1813, regresó a Inglaterra como comandante del H.M.S. “Montagu”, con el que tuvo el honor de escoltar a Luis XVIII cuando su regreso a Francia en mayo de 1814. En julio de 1816, Heywood se retiró, se casó con una viuda llamada Frances Joliffe y se asentó en Highgate (Londres).

1 comentario:

  1. Muchas gracias por continuar con este blog, es de una inestimble ayuda para comprender mejor la guerra civil que sufrio la america española a manos de lo anglosajones y de los traidores internos siempre dispuestos a vender a sus semejantes. En verdad fue un alivio saber que este blog continua. Saludos Cordiales

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