martes, 29 de noviembre de 2011

Rescatan del olvido la figura del virrey Abascal

El profesor español Juan Ignacio Vargas Ezquerra comenta en su bloc de notas, ¡Averígüelo Vargas!, su tesis doctoral El gobierno peruano del virrey Abascal: Categorías de poder y gestión política (1806-1816) que fuese defendida en la Fac. de Filosofía y Letras de la Univ. de Zaragoza en 2007, obteniendo un sobresaliente cum laude por unanimidad. Esta tesis fue la base del libro Un hombre contra un continente: José Abascal, rey de América, editado por Akrón en 2010, con prólogo de Antonio R. Peña Izquierdo (y que se puede adquirir aquí).



En su tesis, el Dr. Vargas demuestra cómo "el virrey José Fernando de Abascal y Sousa (1806-1816) sobrevivió hábilmente a la crisis dinástica de 1808 y salvó al virreinato del Perú del conflicto interno, que trastornó a los virreinatos de Río de la Plata, Nueva Granada y Nueva España, así como a las capitanías generales de Caracas y Chile desde 1809-1810. Por medio de su política de reciprocidad, Abascal pudo trascender la tensión entre españoles y americanos con la perspectiva de volver del revés la política carolina desde la década de 1770. La política conservadora de Abascal combinó la defensa del orden establecido con una contraofensiva exterior...", reestableciendo el control del Perú sobre Quito, el Alto Perú y Chile. 

"Abascal se presentó como el auténtico virrey en el momento de la Emancipación. Él fue realmente el único virrey del momento... Fue un hombre con energía, decisión e iniciativa propia, lo contrario del tipo de virrey creado por las reformas borbónicas, recortado en sus atribuciones y simple ejecutor... Por el hecho de no resignarse a actuar débilmente en una época crítica, Abascal procedió como autoridad independiente.

"...Abascal salvó la crisis constitucional con un verdadero alarde de tino político, mediante el que fue capaz de conciliar la obediencia al gobierno metropolitano, reprimir los intentos revolucionarios, recompensar a sus servidores, mantener los Reales Ejércitos, socorrer fuera del Virreinato a todas las autoridades en peligro de ser rebasadas por los insurgentes, en unas circunstancias en las que todo le era necesario y todo era poco para las atenciones del propio Perú, y lograr la formación de un partido americano criollo realista para hacer frente a los partidarios de la Independencia. La actitud firme e irreconciliable del Virrey hacia los revolucionarios y descontentos fue, quizá, el factor más decisivo en el mantenimiento de la autoridad española. Contrario a otros débiles representantes, que se rendían dócilmente a la presión en otras partes del imperio, estaba constantemente en guardia, decidido a sostener el sistema absolutista [sic] en el que creía, desaprobando no sólo la vacilación de sus colegas en otras partes de la América española, sino también las políticas conciliadoras de los sucesivos grupos que habían tenido la autoridad en la Península. Reveló en tan difíciles circunstancias talento, sagacidad y decisión, dotes que se pusieron reiteradamente de manifiesto cuando el ejemplo de las revoluciones americana y francesa, además de los conflictos en la propia metrópoli, agitó a todos los estamentos del Perú. Su prestigio personal y sus cualidades de estadista, a la par de su actitud recta e inquebrantable, le ganaron el respeto y la simpatía de la población limeña, si bien es verdad que la contrapartida de esta adhesión fue de veras onerosa en el campo económico. Con este objetivo, Abascal adoptó una política de conciliación y acercamiento a las elites americanas, especialmente a los intereses ya concedidos por la política borbónica del siglo XVIII. Su política en Perú no fue innovadora, ni mucho menos abrupta, sino continuadora de un proceso de acercamiento entre el gobierno virreinal y las elites limeñas, que ya había comenzado. La habilidad política de Abascal le permitió sobrevivir en una situación potencialmente peligrosa en la cual la elite limeña, sinuosa e intrigante como siempre, estaba buscando maneras para promover sus propios intereses."

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1 comentario:

  1. La nota total tiene un notable error, consigna a De la Serna como autor de la victoria de Viluma cuando en realidad fue el marqués de Viluma, el teniente general Pezuela.

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